Tener hijos es uno de los acontecimientos más importantes en la vida de la mujer, y las madres suelen volcar todo su tiempo y dedicación en ellos. Pero como el trabajo que conlleva un hijo nunca es suficiente, a veces puedes descuidar tu aspecto personal y olvidar el cariño que le tenías a tu esposo antes de que llegaran los pequeños. El tiempo que inviertes en cuidar, mimar y hasta soportar a tus retoños se lo restas a la atención que antes le dabas a tu pareja.
Al principio, la novedad es el nuevo nacimiento, el temor a hacerlo todo correctamente y cuidar al bebé bien. Las madres primerizas suelen obsesionarse por la salud del niño, incluso pueden llegar a sufrir depresión por el exceso de trabajo, que termina agotándolas física y emocionalmente. Pero el esposo generalmente lo toma con más calma y esa relación natural que desarrollas como madre con tu hijo te da un estado y una actitud diferente.
No te olvides de ti misma
Los primeros meses de vida de tu nene son terriblemente agotadores, pero el resto no dejará de ser cansado. Las mujeres comienzan a olvidarse de ellas mismas para atender a los pequeños, de forma que su aspecto se resiente por la falta de cuidados. Ya no hay tiempo para mirarse al espejo, ni para ir de compras y elegir tranquilamente lo que más les favorece.
Esta actitud inicial termina por convertirse en costumbre y al cabo de pocos meses y si no haces un gran esfuerzo de voluntad, podrás ver los cambios comparando las fotos del presente con las de antes de que nacieran los niños, ¡y el efecto será sorprendente!
Sé prudente con él
En algunas parejas, el esposo ve cómo su relación se deteriora porque ella ha cambiado mucho a pesar del poco tiempo de tener hijos. Si no te das cuenta y no reaccionas ante estas carencias emocionales que puede sufrir tu esposo por el exceso de trabajo que le concedes a tus hijos, se hará un profundo hueco amoroso entre ustedes como pareja.
Si tú ya no eres la misma mujer dulce y alegre, él se volverá huraño y retraído, y así comenzará un desentendimiento que los puede llevar al fracaso como pareja. Si los pequeños acaparan tu atención y ya no ves con los mismos ojos a tu esposo, él se sentirá solo y llegará a un momento en que la soledad es dura y la depresión que ocasiona pueden hacerlo intentar cambiar su vida de forma drástica.
Si se dividen las opiniones entre tú y tu esposo, discutirán la forma de actuar en la educación, la salud, el trato y el mantenimiento de los hijos, y cualquier cosa puede ocasionar más discusiones y convertirse en grandes dramas.
Siempre hablen entre ustedes las cuestiones de la vida cotidiana de sus hijos y no le den preferencia a ninguno de ellos, porque puede suceder que apoyando a uno de sus hijos, terminen viéndose enfrentados ustedes. Las decisiones sobre los hijos deben de ser tomadas por ustedes en privado y sin alterarse, no es aconsejable que los hijos sean testigos de sus discusiones. Estas escenas pueden hacerlos tratar de apoyar al padre o a la madre, lo que empeorará la situación entre ustedes como pareja.
Mantengan un constante diálogo como la pareja que son, de esta forma no se perderán la confianza. De lo contrario puede crearse distanciamiento, incomprensión y definitivamente falta de amor.
Al principio, la novedad es el nuevo nacimiento, el temor a hacerlo todo correctamente y cuidar al bebé bien. Las madres primerizas suelen obsesionarse por la salud del niño, incluso pueden llegar a sufrir depresión por el exceso de trabajo, que termina agotándolas física y emocionalmente. Pero el esposo generalmente lo toma con más calma y esa relación natural que desarrollas como madre con tu hijo te da un estado y una actitud diferente.
No te olvides de ti misma
Los primeros meses de vida de tu nene son terriblemente agotadores, pero el resto no dejará de ser cansado. Las mujeres comienzan a olvidarse de ellas mismas para atender a los pequeños, de forma que su aspecto se resiente por la falta de cuidados. Ya no hay tiempo para mirarse al espejo, ni para ir de compras y elegir tranquilamente lo que más les favorece.
Esta actitud inicial termina por convertirse en costumbre y al cabo de pocos meses y si no haces un gran esfuerzo de voluntad, podrás ver los cambios comparando las fotos del presente con las de antes de que nacieran los niños, ¡y el efecto será sorprendente!
Sé prudente con él
En algunas parejas, el esposo ve cómo su relación se deteriora porque ella ha cambiado mucho a pesar del poco tiempo de tener hijos. Si no te das cuenta y no reaccionas ante estas carencias emocionales que puede sufrir tu esposo por el exceso de trabajo que le concedes a tus hijos, se hará un profundo hueco amoroso entre ustedes como pareja.
Si tú ya no eres la misma mujer dulce y alegre, él se volverá huraño y retraído, y así comenzará un desentendimiento que los puede llevar al fracaso como pareja. Si los pequeños acaparan tu atención y ya no ves con los mismos ojos a tu esposo, él se sentirá solo y llegará a un momento en que la soledad es dura y la depresión que ocasiona pueden hacerlo intentar cambiar su vida de forma drástica.
No discutan frente a los hijos
Si se dividen las opiniones entre tú y tu esposo, discutirán la forma de actuar en la educación, la salud, el trato y el mantenimiento de los hijos, y cualquier cosa puede ocasionar más discusiones y convertirse en grandes dramas.
Siempre hablen entre ustedes las cuestiones de la vida cotidiana de sus hijos y no le den preferencia a ninguno de ellos, porque puede suceder que apoyando a uno de sus hijos, terminen viéndose enfrentados ustedes. Las decisiones sobre los hijos deben de ser tomadas por ustedes en privado y sin alterarse, no es aconsejable que los hijos sean testigos de sus discusiones. Estas escenas pueden hacerlos tratar de apoyar al padre o a la madre, lo que empeorará la situación entre ustedes como pareja.
Mantengan un constante diálogo como la pareja que son, de esta forma no se perderán la confianza. De lo contrario puede crearse distanciamiento, incomprensión y definitivamente falta de amor.