¿Qué pareja conoces que no discuta en alguna ocasión? A nadie le gusta discutir, pero en una relación personal está ahí de vez en cuando, y si no sabemos controlarla puede pasar que nos llevemos sorpresas poco agradables o inclusos hundirnos en la miseria. Hemos de decir que la discusiones en sí no es un problema, pues sabiéndola llevar, controlando nuestros impulsos y emociones, puede incluso fortalecer la unión de la pareja.
Toda discusión hace que vuelvan recuerdos negativos que llevamos en nuestro subconsciente, y que de alguna forma han marcado nuestra vida, bien porque fue una situación muy fuerte o porque tuvo un desenlace desagradable. Pero en este presente no hay por qué repetir este patrón de conducta aprendido, ni volver a sufrir de nuevo. Hay que aprender de tus experiencias pasadas y estar preparada para las que puedan venir en el futuro.
La solución no es ir a tomar clases de kárate, sino comprender y asimilar que una discusión no es una competición de quién es el más fuerte. No es ver quién es el que grita más fuerte, tira más cosas al suelo o dice más groserías o tacos. Discutir es una parte de ser adultos, y por ello hay que comportarse como un adulto y no de forma inmadura, infantil e irresponsable. Tenemos que entender que lo que digamos o hagamos en una discusión tendrán consecuencias, que afectarán positiva o negativamente a nuestra pareja, y por ello a nuestra relación.
¿Qué es una discusión? Pues es negociar, conceder, lograr, triunfar, ganar o perder. En nuestra relación de pareja esto se produce de forma más intensa, pues tampoco tenemos donde escapar y podemos vivir en tensión de forma continua, por lo que no podemos esconder la cabeza como los avestruces, sino enfrentarnos a la situación, con paciencia y mesura para poder ver el problema de forma inteligente.
La solución no es ir a tomar clases de kárate, sino comprender y asimilar que una discusión no es una competición de quién es el más fuerte. No es ver quién es el que grita más fuerte, tira más cosas al suelo o dice más groserías o tacos. Discutir es una parte de ser adultos, y por ello hay que comportarse como un adulto y no de forma inmadura, infantil e irresponsable. Tenemos que entender que lo que digamos o hagamos en una discusión tendrán consecuencias, que afectarán positiva o negativamente a nuestra pareja, y por ello a nuestra relación.
¿Qué es una discusión? Pues es negociar, conceder, lograr, triunfar, ganar o perder. En nuestra relación de pareja esto se produce de forma más intensa, pues tampoco tenemos donde escapar y podemos vivir en tensión de forma continua, por lo que no podemos esconder la cabeza como los avestruces, sino enfrentarnos a la situación, con paciencia y mesura para poder ver el problema de forma inteligente.
Consejos para que una discusión termine en reconciliación
No discutas en caliente. Cuando estamos en el "pico alto" del enfado, nuestro cerebro puede bloquearse y no permitirnos expresar correctamente cómo nos sentimos, a qué se debe nuestra frustración o qué es lo que nos molesta de nuestra pareja. Además en esta fase podemos volvernos violentos y gritar, insultar, amenazar... que no nos ayudará en nada y que provocará reacciones similares en nuestra pareja.
No bajes a su nivel. Si es tu pareja quien tiene una actitud muy negativa, testaruda, intransigente y fuera de sí, no podemos rebajarnos a su mismo nivel y caer en una pelea callejera, que lo más probable es que impida la posibilidad de que se solucione el asunto en cuestión. Piensa que no se puede quitar una arruga a la tela apretándola.