A los 20 soñamos con la perfección; a los 30 buscamos detener el tiempo; a los 40 aprendimos a ocultar algunas imperfecciones y a los 50 ¡exigimos lo máximo posible a nuestro centro de belleza! ¿Qué nos conviene para nuestra edad? Los consejos de una profesional.
A los 20: Prestar atención a la higiene de la piel
Para la celulitis y las estrías, que se caracterizan por su aparición temprana, se recomienda tratarlas con una dieta sana y mucha actividad física aeróbica. En tratamientos corporales de última generación para adiposidades localizadas, la demanda se da desde los 18 años. En estos casos se utilizan técnicas muy efectivas y nada invasivas como la ultracavitación (siempre indicada por profesionales médicos) y la termoterapia. La electroestimulación (ondas rusas e interferenciales) es muy requerida también como alternativa para la tonificación de glúteos, muslos y abdomen.
A los 30: Tratamientos localizados y nuevas tecnologías de belleza
Una vez que cambiemos estos hábitos, podremos complementar con tratamientos más específicos y localizados como las rutinas de microdermoabrasiones (puntas de diamante), limpiezas de cutis y máscaras nutritivas, más los cuidados diarios con los productos adecuados que tengas en casa y te ayuden a ver y sentir la suavidad en tu piel.
Para las más fanáticas, existen otros tratamientos que tenés a tu disposición en los centros especializados. Ellos son la radiofrecuencia, un sistema que estimula la formación de nuevo colágeno, para mejorar el contorno facial y atenuar y retrasar la formación de arrugas, la luz pulsada intensa (IPL), que consiste en la emisión de destellos de luz para borrar manchas y mejorar la calidad y textura de la piel y la mesoterapia facial, una nueva alternativa que se usa para hidratar, rejuvenecer y tonificar, con sólo dos veces al año se perciben grandes diferencias.
A los 40: Mayor constancia y periodicidad
El proceso de envejecimiento altera algunas regiones faciales y causan pérdida de volumen, principalmente en las mejillas, labios y mentón. En este período, los tratamientos faciales pueden seguir siendo los mismos pero variando el tipo de productos a utilizar y -sobre todo- aumentando un poco la periodicidad.
Lo ideal es combinar, por ejemplo, tratamientos de mantenimiento con mesoterapia e hidrataciones. Lo interesante es elegir tratamientos que utilicen sustancias naturales del organismo que la piel va perdiendo con el paso del tiempo y que el mismo organismo no logra reponer. Además de la naturalidad de los resultados, la duración también es diferenciada, dependiendo de las características de cada persona.
A los 50: ¡Alerta hormonas!, momento de reencontrar el equilibrio
En cada etapa de nuestra vida convivimos con nuevos desafíos, inquietudes y también con algunas preocupaciones. Por suerte, existen los centros de estética para dar respuesta (y solución) a algunas de estas cuestiones. Debemos hacer algo por nuestro cuerpo pero, por sobre todas las cosas, lo importante es no saltear etapas y vivir de acuerdo a nuestra edad.
A los 20: Prestar atención a la higiene de la piel
Al cruzar la barrera de los 20 aparecen los principales indicios de cambio que nuestro cuerpo experimenta: algunas manchitas, resabios del acné juvenil, las primeras arruguitas finas. Por suerte, estamos a tiempo de revertirlo rápidamente. Es recomendable efectuar limpiezas de cutis periódicas y utilizar cremas y máscaras hidratantes.
Para la celulitis y las estrías, que se caracterizan por su aparición temprana, se recomienda tratarlas con una dieta sana y mucha actividad física aeróbica. En tratamientos corporales de última generación para adiposidades localizadas, la demanda se da desde los 18 años. En estos casos se utilizan técnicas muy efectivas y nada invasivas como la ultracavitación (siempre indicada por profesionales médicos) y la termoterapia. La electroestimulación (ondas rusas e interferenciales) es muy requerida también como alternativa para la tonificación de glúteos, muslos y abdomen.
A los 30: Tratamientos localizados y nuevas tecnologías de belleza
Alrededor de los 30, la característica más notoria es que la piel empieza a perder elasticidad debido a la falta de nutrientes y antioxidantes. Por eso, es fundamental ¡no descuidar la alimentación! Todo lo que se ve en nuestro exterior proviene de nuestra salud interior.
Una vez que cambiemos estos hábitos, podremos complementar con tratamientos más específicos y localizados como las rutinas de microdermoabrasiones (puntas de diamante), limpiezas de cutis y máscaras nutritivas, más los cuidados diarios con los productos adecuados que tengas en casa y te ayuden a ver y sentir la suavidad en tu piel.
Para las más fanáticas, existen otros tratamientos que tenés a tu disposición en los centros especializados. Ellos son la radiofrecuencia, un sistema que estimula la formación de nuevo colágeno, para mejorar el contorno facial y atenuar y retrasar la formación de arrugas, la luz pulsada intensa (IPL), que consiste en la emisión de destellos de luz para borrar manchas y mejorar la calidad y textura de la piel y la mesoterapia facial, una nueva alternativa que se usa para hidratar, rejuvenecer y tonificar, con sólo dos veces al año se perciben grandes diferencias.
A los 40: Mayor constancia y periodicidad
La crisis de los 40 de a poco va desapareciendo porque contamos con un gran abanico de tratamientos que nos devuelven una linda imagen frente al espejo y, sobre todo, ¡nos hacen sentir bien, plenas y contentas!
El proceso de envejecimiento altera algunas regiones faciales y causan pérdida de volumen, principalmente en las mejillas, labios y mentón. En este período, los tratamientos faciales pueden seguir siendo los mismos pero variando el tipo de productos a utilizar y -sobre todo- aumentando un poco la periodicidad.
Lo ideal es combinar, por ejemplo, tratamientos de mantenimiento con mesoterapia e hidrataciones. Lo interesante es elegir tratamientos que utilicen sustancias naturales del organismo que la piel va perdiendo con el paso del tiempo y que el mismo organismo no logra reponer. Además de la naturalidad de los resultados, la duración también es diferenciada, dependiendo de las características de cada persona.
A los 50: ¡Alerta hormonas!, momento de reencontrar el equilibrio
Además de cierto desequilibrio hormonal, a partir de los 50 años las mujeres debemos enfrentar cambios en la calidad de la piel. La dermis pierde elasticidad y firmeza por la degradación de los elementos de sostén como el colágeno. La capa más externa del cutis a veces se engrosa creando surcos en distintas zonas del rostro. Si, además, la persona se ha sobreexpuesto al sol, comienza a verse el daño acumulado durante años, aparecen manchas y -en algunos casos- lesiones. Por eso, en esta etapa lo principal sería recuperar el brillo de la piel, recobrando la apariencia de frescura.
Además de buscar las cremas más acordes a esta etapa, la mesoterapia es una alternativa ideal y novedosa que consiste en la administración de sustancias naturales de manera local sobre el área afectada, abriendo una alternativa más de tratamiento para disminuir la flaccidez, mejorar la regeneración y la hidratación cutánea. La radiofrecuencia es otra herramienta importante en el tratamiento de la flaccidez corporal y facial.
¡Hoy tenemos muchas alternativas a nuestro alcance! Tantas como cada tipo de mujer. Lo importante es tener información y animarse a preguntar, porque el cambio deberá ser progresivo y a conciencia, sabiendo que la belleza es un todo que tiene que ver con nuestra forma de vivir, de sentir y de cuidarnos. ¡Pon manos a la obra! Tú puedes cambiar el rumbo de tu vida y encontrar espacios de plenitud y bienestar.