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6 estrategias para dejar de discutir con tu pareja




No hay que estar en pleno proceso de separación o siendo testigo de una infidelidad para que el odio exista en una relación. Sí, escuchaste bien: el odio es normal en una pareja feliz. De acuerdo a un artículo publicado en Women’s Health, el área del cerebro que activa los sentimientos “amorosos” también es responsable de la producción de la rabia, lo que explica por qué las parejas felices están condenadas a entrar al ring una que otra vez. 

Pero cuando la cosa es el pan de cada día, es tiempo de frenar la cosa y quitarse los guantes, por el bien de Cupido y de tu salud emocional.

1. El arte de conversar: 

En los inicios de la relación es beso aquí, cama allá, caricias, cuchicheos y cualquier expresión física que es más relevante que un diálogo con un café. Por el contrario, con el pasar de muchos años, las conversaciones son cada vez más serias o los silencios no-incómodos, mucho más prolongados. La cotidianidad hace que a veces olvidemos la conexión que se crea con el diálogo tranquilo, mesurado y casual: a veces creemos que lo hemos dicho todo o que si abrimos la boca, hay una pela asegurada. Revive el diálogo compresivo, aquel que hace que cierres la boca por un instante y escuches con atención. Por las ansias de salir ganando de la pelea, solo repasamos mentalmente frases de ataque y ni siquiera prestamos atención. Si a esa charla le agregas uno que otro cumplido, la tensión bajará considerablemente y dejarás a tu pareja sin herramientas para seguir peleando. 

2. No lo conviertas en algo personal: 

Si crees que tu novio o esposo siempre está en contra tuya en una contienda por verte derrotada, ya estarás predispuesta a contestar con todas las armas agresivas que estén a tu alcance. En cuestión de minutos, insultos irán y vendrán, lágrimas correrán por tu rostro y gritarás a los cielos “Siempre es culpa mía”. Cuando el corazón está herido y los sentimientos vulnerables, nada se resuelve fácilmente. Estudios de la Universidad de Chicago proponen que trates de reducir al mínimo el impacto negativo de tus palabras y las de él. No estés a la defensiva cuando mencione un defecto tuyo o un error: analiza qué tan cierto es o con qué argumentos puedes contrarrestar dicha posición. Estamos predispuestas a ser más sensibles cuando recibimos noticias malas o recalcan nuestros defectos, y el sistema de protección es tomarnos todo “a pecho”.

3. Callar es mejor que repetir : 

Sabemos (él más que nadie) que quieres expresarte hasta por los oídos, pero pon pausa por unos segundos y respira. Eso suena fácil y hasta trillado, pero ¿cuándo es el momento de hacerlo? Cuando sientas que estás en la etapa de la repetidera , aquella en la que vuelves al mismo punto que él no ha logrado entender, y que, créenos, no entenderá después de decirlo cinco veces, menos en la efervescencia de la voz alta y el manoteo incesante. La desesperación por ser oída no es productiva y no va dar lugar al diálogo, la meta final de cualquier discusión acalorada. 

4. Pactos de diplomacia: 

Alguien tiene que llevar la parada y decidir el rumbo de una discusión Lo mejor es pactar un trato de no agredirse entre sí y dejar unos minutos para que cada uno hable, sin interrupciones, dando sus propuestas, inconformidades y deseos. Así nadie se sentirá relegado. 

5. ¿Discutiendo o viendo TV?: 

Cuando es a hablar, es a hablar. Trata de no tener distractores o mediadores a tu alrededor: nada de radios, televisores, amigos metiches o cualquier otra cosa que pueda restarle atención al diálogo con tu pareja. Si la discusión dura más de una hora, lo mejor es darse un break: coman algo, date una vuelta de unos 5 minutos o retomen el tema al día siguiente. 

6. No hay ganadores y perdedores: 

El knock out no existe en este tema. Nada de tratar de declarar victoria y llevar el trofeo de ganadora, que más viene siendo un símbolo de que estás más interesada en demostrar tu orgullo y “no dejarte ver la cara” que en estar bien con tu pareja. La idea no es que alguno de los dos esté atento a poder decir la frase matadora: “Te lo dije, yo tenía razón”. ¿Qué sacas con eso? El objetivo es estar de acuerdo, no tener más puntos a favor. 

Vía. | http://www.revistafucsia.com