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9 consejos para que una pelea termine en reconciliación

 
 
 

 
¿Qué pareja conoces que no discuta en alguna ocasión? A nadie le gusta discutir, pero en una relación personal está ahí de vez en cuando, y si no sabemos controlarla puede pasar que nos llevemos sorpresas poco agradables o inclusos hundirnos en la miseria.

 
Hemos de decir que la discusiones en sí no es un problema, pues sabiéndola llevar, controlando nuestros impulsos y emociones, puede incluso fortalecer la unión de la pareja.

Toda discusión hace que vuelvan recuerdos negativos que llevamos en nuestro subconsciente, y que de alguna forma han marcado nuestra vida, bien porque fue una situación muy fuerte o porque tuvo un desenlace desagradable.
 
 
Pero en este presente no hay por qué repetir este patrón de conducta aprendido, ni volver a sufrir de nuevo. Hay que aprender de tus experiencias pasadas y estar preparada para las que puedan venir en el futuro.

La solución no es ir a tomar clases de karate, sino comprender y asimilar que una discusión no es una competición de quién es el más fuerte. No es ver quién es el que grita más fuerte, tira más cosas al suelo o dice más groserías o tacos.
 
 
Discutir es una parte de ser adultos, y por ello hay que comportarse como un adulto y no de forma inmadura, infantil e irresponsable. Tenemos que entender que lo que digamos o hagamos en una discusión tendrán consecuencias, que afectarán positiva o negativamente a nuestra pareja, y por ello a nuestra relación.


¿Qué es una discusión?
 
Pues es negociar, conceder, lograr, triunfar, ganar o perder. En nuestra relación de pareja esto se produce de forma más intensa, pues tampoco tenemos donde escapar y podemos vivir en tensión de forma continua, por lo que no podemos esconder la cabeza como los avestruces, sino enfrentarnos a la situación, con paciencia y mesura para poder ver el problema de forma inteligente.
 
 
Consejos para que una discusión termine en reconciliación
 
 
1. No discutas en caliente. Cuando estamos en el "pico alto" del enfado, nuestro cerebro puede bloquearse y no permitirnos expresar correctamente cómo nos sentimos, a qué se debe nuestra frustración o qué es lo que nos molesta de nuestra pareja. Además en esta fase podemos volvernos violentos y gritar, insultar, amenazar... que no nos ayudará en nada y que provocará reacciones similares en nuestra pareja.


2. No bajes a su nivel. Si es tu pareja quien tiene una actitud muy negativa, testaruda, intransigente y fuera de sí, no podemos rebajarnos a su mismo nivel y caer en una pelea callejera, que lo más probable es que impida la posibilidad de que se solucione el asunto en cuestión. Piensa que no se puede quitar una arruga a la tela apretándola.
 
 
3. Para discutir hacen falta dos. Existen infinidad de razones para empezar una discusión: la educación de los hijos, costumbres distintas, celos, caracteres diferentes, infidelidades, vicios, crisis económica, familia política, salud... seguro que tú también conoces otra lista como ésta. Pero debes recordar que si tú no estás en posición de discutir, de nada sirve que tu pareja esté gritando todo el día, pues sus palabras caerán en tu oído sordo y sólo habrá perdido su tiempo y gastado su energía. Si, en el peor de los casos tu pareja ha caído en las drogas o en el alcohol, una discusión negativa y violenta echaría por tierra la posibilidad de resolver el problema y aquí sí deberías buscar ayuda profesional y externa.


4. Aplaza la discusión. Propón a tu pareja que se retome la discusión cuando ambos estén  más calmados y con la mente más abierta, habiendo pensado bien las cosas durante un tiempo (desde 10 minutos a un par de días). Deberás valorar cómo de grave es la situación, pero piensa que seguramente con el aplazamiento conseguirás mejor ventaja y mayor éxito de conseguir lo que reivindicas, pues no se discute para vaciar la rabia interior, sino para anular y resolver una situación negativa y descompensada en la pareja, y que tu objetivo es abandonar el dolor y restablecer la paz en la relación de pareja.


5. Discutir es bueno, pelear es destructivo. Puede que tu pareja sea de esas personas que no está dispuesta a ceder, o no acepta más opinión que la suya. Si este es el caso, lo mejor es que seas astuta y buscar un momento donde esté relajado y tranquilo y comentarle el tema de forma calmada, haciéndole ver que hay que hablar como adultos, aunque se tengan opiniones distintas, y haya ciertas cosas que te están molestando. Lo más seguro es que te responda en el mismo tono de voz que tú utilices, y puede que así te encuentres con una actitud abierta y positiva. Si por el contrario tu pareja de todas formas se altera, tú debes seguir con voz calmada y sin perder los nervios. Sigue insistiendo en que no se altere ni grite y que tú podrías comportarte igual de mal que él, pero que lo que de verdad te interesa es resolver la situación para que los dos podáis estar tranquilos, sin destruir lo que ambos habéis realizado juntos.
 

6. Mantener la comunicación es el pilar fundamental. No nos referimos a los insultos y a las acusaciones mutuas, sino a poner las cosas sobre la mesa, a ser conciliadores y buscar un punto en común e intermedio, donde ambos ganen un poco y cedan otro poco.
 
 
7. Tu pareja elude resolver la situación. Esto muestra que o bien no tiene argumentos donde basar su postura, o calla para no empeorar más la situación. Si esto es así puedes verte envuelta en una situación larga y problemática, donde lo más probable es que tengas que recurrir a ayuda profesional, pues si él no participa de forma activa, quizá un intermediario o mediador puede ayudar para sentar ciertas bases y evitar la pasividad de la situación. Pero debes estar preparada por si al final del camino tu pareja no desea continuar a tu lado y toma otro camino.


8. Ejerce el autocontrol. Es difícil, lo sabemos, y más ante una situación dolorosa. Pasa lo mismo cuando te clavan una aguja para extraer sangre: si estás tensa, duele más. Cada discusión es diferente de otra y se hace necesario improvisar según se sucedan las cosas, pero lo importante es mantenerte calmada y firme, con buen juicio. Ser consecuente y razonable también te ayudará. Si has de pedir perdón o perdonar al otro, deberás hacerlo, de forma auténtica. Si has de reconocer que te equivocaste, hazlo, no por eso estarás en inferioridad de condiciones.


9. Llegó la reconciliación. Por muy largo o difícil que haya sido el camino, por fin llegaste a donde querías, volviendo a descubrir a tu pareja haciendo las paces con ella, con muestras de cariño, afecto y respeto. Estas discusiones os fortalecerán y os harán crecer como pareja, estando más seguros en vuestra relación.