Si quieres sentirte bien debes empezar a cuidarte y a pensar más en ti. La felicidad la decide uno mismo. Una persona que lo tiene todo se puede sentir mal y otra que lo ha perdido todo, incluso la salud, puede ser feliz.
Es difícil pero en gran parte es el resultado de la voluntad propia. ¿Por qué no empiezas hoy a tomar las decisiones que te harán sentir mejor?
Tú primero
En la vida estamos solos. Ninguna de las personas que están hoy a tu lado estará contigo para siempre. Los niños crecen y se van de casa, las parejas se separan, y finalmente, todo el mundo muere. No puedes condicionar tu felicidad a los demás.
Tienes que pensar en ti primero siempre. Y no lo digo como un llamamiento al egoísmo, sino simplemente para decir que la mejor forma de ayudar a los demás es sentirse bien uno mismo.
Además, la verdadera felicidad solo puede venir de uno mismo. Significa que no eres verdaderamente feliz si tu estado de ánimo depende de terceras personas. Y por supuesto, es válido al revés: tampoco puedes hacer feliz a los demás. Es algo muy personal, que viene de dentro.
Mejora tu autoestima
Sin duda el gran reto para sentirse feliz es ser capaz de conseguir una mejor autoestima, y tener confianza en uno mismo. ¿Cómo lograr amarse y valorarse a pesar de todos los pensamientos negativos que afirman lo contrario? Te propongo cuatro pistas.
1- Aprende a conocerte mejor
Es muy fácil para cualquier persona vivir en la reacción permanente al entorno. Reaccionamos a través de nuestras emociones. Recibimos una noticia que nos contraria y nos sentimos enfadados, estresados, avergonzados, o miedosos. Al contrario, nos dan un dato positivo y nos sentimos eufóricos. Todo esto viene de que no reflexionamos seriamente sobre las cosas. Apenas identificamos las emociones y ponemos una explicación rápida sobre las causas. Por ejemplo “estoy estresado porque el bus viene con retraso, y de nuevo voy a llegar tarde al trabajo”.
Aprender a conocerse mejor significa procurar escapar de la emoción y pararse a pensar un momento en lo que realmente nos preocupa o nos alegra. No es una tarea fácil, pero si lo procuras hacer para emociones pequeñas, entenderás de que estoy hablando, y poco a poco lo podrás hacer para situaciones con más carga emocional. Si vuelo al ejemplo anterior, quizás seas capaz de darte cuenta que el estrés no hará que llegues más temprano al trabajo, y que es una respuesta emocional que no te sirve.
A través tus reacciones emocionales, aprenderás a conocerte mejor, más allá de lo que creías que sabías sobre ti (tu personalidad, tus defectos, tu gustos).
2- Acepta tu imperfección
Tras conocerte mejor, el siguiente paso es aceptarte tal como eres. Y esta vez me refiero a todos los aspectos de tu vida, tanto a las emociones, como tu situación personal, o incluso tu propio aspecto físico. Nadie es perfecto (o todo el mundo lo es, según se mire). Sobre todo, hay muchos aspectos de tu vida que no puedes cambiar, así que acéptalos y deja de preocuparte por ello.
3- Intenta ser mejor persona
Aceptar que nunca alcanzarás la perfección y conformarse son dos cosas muy distintas. Una de las mejores formas de sentirse bien es procurando mejorar los aspectos que no nos gustan y que podemos cambiar. ¿No te gusta tu trabajo? Puedes cambiar. ¿No va bien tu relación de pareja? Puedes procurar mejorarla, y si no, puedes terminar la relación. ¿Sientes que pesas demasiado? Puedes hacer más ejercicio y comer mejor.
No caigas en la trampa de la queja, algo por desgracia muy habitual en nuestros reflejos. Si algo no te va, solo tienes dos alternativas: o aprender a vivir con ello o procurar cambiarlo. La queja no sirve de absolutamente nada, es un desahogo provisional que no soluciona tus problemas a largo plazo.
4- La opinión de los demás no importa
El cuarto y último consejo para conseguir una mejor autoestima, y como consecuencia, sentirse bien con uno mismo es olvidarse de la opinión de los demás. Le damos muchísima importancia a lo que dicen otras personas sobre nosotros, sean lejanas o cercanas. Incluso, nos imaginamos lo que pueden estar pensando y nos hacemos películas sobre como nos ven (y normalmente es una visión negativa la que anticipamos).
La buena noticia es que la opinión de los demás no importa para nada. No es que a los demás en realidad les importamos muy poquito (que también es cierto). Simplemente, la opinión que tienen sobre nosotros es irrelevante, por muy cercanos que sean. Como decíamos antes: en la vida estamos solos. Nadie vive nuestros sentimientos, ni padece nuestros sufrimientos. Por lo tanto no debemos dejar que las opiniones ajenas (positivas y negativas) tengan el menor impacto sobre nuestra felicidad.
Merece la pena añadir aquí que estamos hablando de emociones. Los argumentos racionales de los demás no tienes porque ignorarlos.
La mala noticia es que es muy difícil aprender a no tomarse personalmente lo que nos dicen los demás, y a no involucrarse emocionalmente por las opiniones ajenas. Para lograrlo quizás el mejor primer paso sea aprender a hablar con los demás sin juzgar ni convertir las cosas en personales. Si lo consigues, ayudaras a que tus interlocutores también sean más medidos, y lo que es más importante: guardarás cierta distancia que te protegerá de sus deslices
Para concluir el artículo, me gustaría resumir lo que pienso que es la idea principal: tu felicidad depende solo de ti. Olvídate de excusas, y de personas externas. Tú eres quien tiene el poder de cambiar. El camino es que aprendas a conocerte mejor, a aceptarte, y a mejorar, ignorando lo que el resto del mundo pueda opinar sobre ti.