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Como hablar con tus hijos adolescentes






Los intentos de diálogo por parte de los adultos suelen ser rechazados por los chicos: según ellos, se trata de sermones disfrazados de "buenos consejos".


¿Qué piden los jóvenes?


· Rara vez entienden que si pensamos diferente es porque necesitamos defender nuestra independencia-

· "A veces les hablamos con malhumor pero hace falta tiempo para adecuarnos a esta etapa en la que estamos dejando de ser chicos"

· "Les molesta que pasemos el mayor tiempo posible con amigos. Creen que los rechazamos y que perdemos el tiempo en tonterías"

· "No queremos que frente a los compañeros nos hagan recomendaciones insistentes, tipo instrucciones: no vuelvas tarde, no tomes demasiado, manejen con cuidado"

· "Una cosa es que se preocupen por nosotros y otra es que con su miedo nos traben nuestra libertad"


Las vacaciones en familia. Los niños cuando son mayores ya no nos acompañaran.

A los padres nos cuesta llegar hasta las vacaciones, nos cuesta trabajo y también dinero para sostenerlas. Nos cuesta un año entero gozar ese tiempo dorado y, de pronto, cuando todos los condiciones se han puesto de nuestro lado y empezamos a planificar, escuchamos la voz de nuestra hija o hijo que, sin ninguna timidez, nos dice: ¿Y ahí vamos a ir? Es horrible... Es súper aburrido, súper pesado..... no va ningún amigo mío... 


Deténgase... recuerde que es su hijo/a y que le ha costado mucho esfuerzo llegar con él/ella hasta la edad que hoy tiene, ármese de paciencia: esto acaba de empezar.


Los hijos Pre- adolescentes empiezan a marcar y a expresar con una claridad descarada sus preferencias y deseos y son especialmente precisos para transmitir su disgusto ante una propuesta que no les agrada. Que el mar si, que el mar no. Que mejor el lago.. Que la montaña es atroz. Que vamos al mar pero a tal u otra parte donde estarán mis amigos.., ¿Una parcela? ¿Y yo qué hago? Me aburro como una ostra... Cálmese... Tendrá que soportar eso y muchas otras cosas más... Caras largas, suspiros, languideces y otras cosas por el estilo. Los chicos empiezan a tener su propia idea acerca de cómo quieren pasar estos meses. Ellos también planifican, sueñan y esperan. Ellos elaboran sus propios planes y comienzan a establecer sus propias formas de diversión.


Esta época anuncia que, entrada ya la adolescencia, intentarán organizar las vacaciones en forma independiente. Por ahora, digámoslo así: nos hacen el favor de pasarlas con nosotros, sus padres. Más adelante, está por verse.


NO HIERA SUS SENTIMIENTOS

Por su gusto especial en el vestir, o en la elección de música o de ciertas expresiones artísticas. En vez de eso, trate de discutir sobre las diferencias de opinión con lo que usted prefiere. No es sabio decir al adolescente que es ignorante o que tiene mal gusto. El riesgo es que nos crea y llegue a convencerse de que no vale nada. Es mejor decir que sobre gustos no hay nada escrito y que estos gustos cambian con los años.



Ellos elaboran sus propios planes y empiezan a establecer sus propias formas de diversión.


Piedras en el camino


Los chicos de esta edad están intentando perfilar la futura decisión de separarse de los papis e iniciar la aventura de andar solos por el mundo. Y empiezan así: poniendo piedras en el camino, protestando y cuestionando todo, como para que quede claro que lo único que queda es tomar vacaciones por separado.

Tanto ser padre como ser hijo es un largo aprendizaje, un largo viaje en el que se insinúan itinerarios que, de a tramos, serán distintos. Travesías diferentes, desvíos por recorrer y rotondas donde encontrarse comienzan a ser la realidad de las familias que, por suerte, tienen hijos que crecen y padres que saben acompañar ese crecimiento.
  

Los padres se asustan y con razón: es difícil calmar la ansiedad ante temas tan candentes como la adicción, el alcohol, el SIDA, la violencia...

Ten cuidado, aléjate de pandillas, no vayas a recital de rock, mira nos dijeron que hay drogas y terminan todos pasados de tragos... Después viene la policía, hay represión, violencia... Tenemos miedo". Son padres asustados que se esfuerzan por hablar con sus hijos adolescentes y que no siempre encuentran en ellos un eco favorable. La mayoría de los chicos opina que "sus viejos" exageran y los intentos de diálogo iniciados por los adultos acerca de los peligros que pueden acechar queda, la mayoría de las veces, coartado por el fastidio expresado por sus hijos. Según los adolescentes, se trata de sermones disfrazados de "buenos consejos".

OBSERVE LO QUE HIERE A LOS NIÑOS


No lo compare con el hermano o compañero mejor que él.

No le llame la atención frente a los demás por alguna falta cometida.

Plantee el problema a la persona en conflicto, sin volver a comentarlo.

Evite los sobrenombres o los apodos poco simpáticos.

Olvídese de la cantidad de dinero o sacrificios necesarios para pagar la educación.


No morir en el intento

"Mis viejos me hablan y me hablan, pero sólo expresan su miedo y no saben escucharme - dice Gonzalo, de 16 años -. Cuando les empiezo a contar algo mío no me oyen, están tan preocupados que permanentemente me reiteran ¿viste lo que le pasó a Fulano? Aunque lo sucedido no tenga nada que ver con mis amistades o con mis preferencias".

Romina tiene 17 años, está pololeando hace tiempo y, aunque en apariencia sus padres tratan de evitar un choque frontal adoptando formas de conversación informales e indirectas, en el fondo ella percibe el temor no expresado ante sus primeras experiencias de pareja. El miedo, aunque agazapado, está presente. ¿Qué hacer para no morir en el intento?, se preguntan constantemente los padres de estos chicos.

EVITE LA CONTRADICCIÓN DIRECTA

Cuando alguien no quiere ver, no ve. Mira, pero no ve. Y si no quiere entender, no entiende.

Si discuten dos personas, aquella que tiene razón (y está segura de tenerla) debería pensar que es mejor no iniciar su razonamiento contradiciendo directamente al otro. Lo mejor sería que dijera pocas veces "no", cambiándose a ciertas expresiones menos tajantes, como por ejemplo: "en esas circunstancias...", "tal vez..." o "me gustaría convencerme porque..." No es aconsejable, cuando se discute, usar con frecuencia "siempre" o "nunca" como por ejemplo: " siempre es porfiado" o "nunca entiende".

Jóvenes y adultos se enfrentan cotidianamente con las turbulencias sociales de este fin de siglo que inquieta a ambas generaciones, pero el camino elegido para transitarlo no siempre resulta concordante con los modelos pretendidos por los adultos. Aparecen así las dudas, las inquietudes, las preguntas sin respuesta. No es fácil, tampoco imposible. Es importante no dejar que el pánico los atrape. Y si bien no se puede elaborar un "decálogo de consejos" que ayude totalmente a calmar los miedos, en cambio sí se pueden instrumentar en forma no coercitiva nociones de cuidado que impliquen un sostén y una guía, no la sujeción de los hijos.

NO se trata de prohibir

No se trata de prohibir drásticamente que el hijo varón vaya a la cancha, fume o salga con chicos que tienen vehículo, use ropa rota o se corte el pelo de una u otra forma. Tampoco es conveniente enfrentarse con la hija cuando quiere ir a bailar, usar polleras cortas, pintarse y, para colmo, volver más tarde de lo que creen que es un horario apropiado. Habrá que pactar reglas de convivencia con una actitud de escucha más reflexiva; de ese modo se logrará un entendimiento que favorecerá el acercamiento entre padres e hijos.


TRATE DE ACEPTAR LAS NUEVAS COSTUMBRES


Si se pronuncia por la aceptación lo ideal es que sea simplemente aceptando, ni estimulando ni rechazando. Es bueno que el adolescente sepa que uno lo acepta tal como es. Su opinión es contraria al vestuario, al peinado o a la música rock, hágalo saber en forma suave y haga referencia a los gustos distintos; usted, también siguió la moda de su tiempo; dígalo.


El miedo y la preocupación existen: no es cuestión de taparlos o negarlos. Pero es importante comprender la diferencia que existe en la transmisión de medidas de cuidado y de enseñanza con los consejos y advertencias que provocan respuestas como: "No me asfixies con tus recomendaciones". "Son unos exagerados". "Están paranoicos". "No dramaticen tanto".


Los jóvenes están transitando un largo y difícil camino y su máxima aspiración es - pese a lo ambivalente que a veces se muestran- alcanzar su propia identidad. No les resulta nada fácil, pero lo intentan... ¡ayudémoslos!

Como llevarse bien con sus hijos en esta edad...




Los cuatro primeros consejos:
1. HABLE POCO
Tómese tiempo para escuchar con atención. Cuando no hable, cuide sus gestos de desaprobación, enojo, aburrimiento, impaciencia. Piense mientras escucha, en la imagen que usted proyecta. Demuestre que le interesa conocer cuál es el problema.

2. OBSERVE LO QUE HIERE A LOS NIÑOS
No lo compare con el hermano o compañero mejor que él.

No le llame la atención frente a los demás por alguna falta cometida.

Plantee el problema a la persona en conflicto, sin volver a comentarlo.

Evite los sobrenombres o los apodos poco simpáticos.

Olvídese de la cantidad de dinero o sacrificios necesarios para pagar la educación.

3. DESTAQUE LO POSITIVO

Destaque lo que es bueno, bello, interesante, simpático que hay en toda persona: esto constituye un refuerzo positivo que a la gente le agrada escuchar; da resultado en caso de celos entre hermanos, en problemas de carencia afectiva o baja autoestima.

Trate de no hacer referencia a lo negativo, ni a estigmatizar: "Usted es un desordenado" o "es un sucio". Si lo repite mucho puede que resulte así. Cambie a: "Cuénteme qué pasa que está poniéndose tan desordenado" o "Usted, que no es sucio...".


4. JAMÁS GOLPEE A UN NIÑO O A UN ADOLESCENTE
El dolor más grande es por la humillación y la impotencia de no devolver el golpe. No es justo. Aunque los niños estén conscientes de que merecían el castigo hay que buscar una forma tranquila de hacerlo. Y si se decide castigar hay que pensar un poco antes de anunciar una sanción que después no se cumple y que el niño las reconoce sólo como amenazas.


Fuente.  http://www.pediatraldia.cl/adolescente.htm