En la actualidad, muchas familias no responden al modelo “tradicional” (padres + hijos + abuelos + otros familiares muy relacionados y próximos), ni tampoco al modelo “nuclear” (padres + hijos).
Se han producido muchos cambios sociales que han dado lugar a nuevas formas de familia. Algunas familias se rompen tras un divorcio y luego se reconstruyen cuando uno o ambos progenitores adquieren nuevas parejas.
A veces, estas personas aportan hijos de relaciones anteriores o a veces, nacen hijos de estas nuevas uniones. Estas circunstancias hacen un poco más complejas las relaciones familiares en general.
La relación entre la generación de hijos de distintos padres presenta dificultades sobre todo en las primeras etapas, mientras se va redefiniendo la situación.
En la primera fase, los hijos intentan poner a prueba el grado de compromiso hacia ellos y hacia sus padres biológicos del nuevo miembro de la pareja. Una forma de “boicotearle” es agrediendo a los hermanastros, planteando conflictos con ellos, reclamando privilegios...
También ponen a prueba al progenitor biológico con el que conviven mediante reproches, chantajes, aliándose con el otro... Por eso es importante que la nueva pareja trabaje de forma conjunta en algunos aspectos y se reserve de forma individual otros.
Deben coordinar sus esfuerzos, consensuar reglas de funcionamiento familiar.
Por lo tanto, para fortalecer su alianza y su relación, conviene que dispongan de algún tiempo para sí mismos. En caso necesario pueden solicitar consejo de expertos en Orientación y/o Terapia Familiar.
Los ingredientes necesarios para el éxito son, entre otros:
- Buena relación de la pareja.
- Paciencia y tenacidad (¡no se consigue la armonía en un par de semanas!).
- Unas pocas normas claras acerca de lo que se puede y lo que NO se puede hacer.
- Grandes dosis de cariño y generosidad.
- Capacidad de perdonar ofensas de los niños (ellos le están poniendo a prueba como padre o padrastro).
- Tiempo.
Fuente. http://www.elbebe.com/