El acoso escolar (en inglés llamado bullying) es un tipo de violencia que se produce entre niños y adolescentes. Se caracteriza por el maltrato psicológico, físico o verbal dentro del colegio. Si bien no es un fenómeno nuevo, en la actualidad se muestra con mayor frecuencia.
Por lo general, el bullying se presenta en el nivel primario y en los primeros años del colegio secundario. No diferencia niveles socioeconómicos.
Es difícil de detectar porque se caracteriza por la clandestinidad. El niño que acosa a otro suele estar acompañado de una “pandilla” y usan lugares estratégicos como el recreo, la salida del colegio o los baños de los establecimientos, para que los adultos queden fuera del circuito.
Burlas, desprecio e insultos reiterados son algunas de las manifestaciones. En el consultorio es muy frecuente escuchar las quejas de los chicos: “me dicen que soy gorda y las chicas no quieren jugar conmigo” o “me sacan lo que compro en el kiosco”.
Síntomas de un niño que padece bullying
* No quiere ir a la escuela sin motivo aparente.
* Pierde el dinero dado para el almuerzo, merienda o para el colectivo.
* Tiene frecuentes cambios en el humor.
* Se manifiesta muy ansioso.
* Le cuesta conciliar el sueño.
* Se manifiesta más sensible que de costumbre (llora o se queja).
* Aparecen dolores psicosomáticos de panza o de cabeza.
Efectos posibles del bullying
* Inseguridad.
* Ansiedad.
* Miedo.
* Baja autoestima.
* Disminución del rendimiento escolar.
* Aislamiento.
* Trastornos del sueño.
* Trastornos del humor.
Cómo actuar en estos casos
En la clínica se puede ver que lo más difícil frente a un caso de bullying es poder detectarlo. El niño debe romper el silencio y dejar a un costado cierto espíritu que lo lleva a conservar el “secreto”.
Una vez detectado el caso, el adulto responsable, sea padre o docente, puede alojar al niño para que se sienta contenido y le brinde información concreta sobre los acosadores, para posibilitar un posterior trabajo.
En la escuela los gabinetes psicológicos muchas veces trabajan con los agresores y la víctima para resolver el acoso. Resulta importante poder integrar en este proceso a los educadores y a los padres de ambas partes para poder crear una red de sostén y diálogo.
En muchas familias, algunos padres piensan: “son cosas de chicos”, “qué quiere que haga, tiene alma de líder” o “los hombres se hacen a golpes”. En estos casos, el trabajo con los padres es esclarecedor y los resultados son asombrosos.